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Solsticio de invierno
Minerva Ayón
Curaduría por Minerva Ayón
Casa de Cultura de la UAEMéx en Tlalpan
Del 1 de diciembre del 2020 al 30 de enero del 2021

Es una exposicion que nos presenta un palimpsesto construido con materiales contemporáneos tan inusuales como fascinantes. Alude a las marcas del tiempo, específicamente al cambio de estaciones, marcado por los solsticios y los equinoccios. Su pieza se centra en el solsticio de invierno que sucede entre el 21 y 22 de diciembre dando lugar a la noche más oscura del año. Su trabajo retoma la idea de que los fenómenos naturales para muchas culturas humanas implica el comienzo de un nuevo tiempo espiritual, de ciclos que concluyen para abrirse a nuevos rituales y festividades que se relacionan con el triunfo de la luz sobre la oscuridad. 

Helena Lugo 2021

La concha, coraza, vasija, contenedor… 

Desde adentro, las tripas hablan.

Las nuevas negociaciones en el interior ya han comenzado sin convocarme.

No estaba segura de ningún cambio, ni estaba al tanto...

Algo estaba sucediendo fuera del alcance de mi conocimiento.

 

Nació el fuego, un enorme lanzallamas, no solamente una luz.

Fantasmas hambrientos del pasado vinieron a alimentarse de él,

bailando como polillas, con malos finales, solían orientarse a la luz de la luna y se confundían.

 

Les doy un seco apretón de manos antes del vacío.

 

Me dolía la cama, y estaba lista para empezar a escuchar,

no más luna o estrellas para orientarse, no más dioses.

Mi corazón se abre como una boca de bestia,

gimiendo para ser alimentado.

La edad adulta llena de pelo de gato.

A otras personas les gusta referirse al cuerpo como una vasija o una concha.

Un contenedor, una coraza…

Como "fantasma en una concha" refiriéndose a una conciencia que vive en un cuerpo alienígena, las ostras siempre viven dentro del exoesqueleto que se construye y elabora con maestría, aunque no sea una parte viva del molusco, siempre creciendo en el interior y readaptando al crecimiento de sus cuerpos desnudos y gelatinosos, creando estas conchas con formas caprichosas guiadas por sus propias intuiciones.

 

Lo que algunos tipos de moluscos son capaces de hacer en este confinamiento, crean perlas con los pequeños trozos de desecho y las gestan, transformando algo que ha sido desechado en algo bello y “valioso”, me recuerda a los pequeños cristales (Śarīra) que salen de las mentes de los Budas y monjes después de fallecer y cremar sus cuerpos, es la creencia en el budismo de que estas perlas o cristales pueden emanar bendiciones.

Este cuerpo que siente una llama que ha sido encendida con fuerza adentro y el confinamiento que le ha dado la posibilidad de convertirse en observador y simplemente escuchar.

Como una cámara anecoica en donde si permaneces quieto el suficiente tiempo y te mantienes en silencio, empiezas a escuchar todos los órganos en el interior respondiendo, como fauces, monstruos, gases y líquidos atravesando cavidades, quizá buscando un olor que les provoque abrir sus esfínteres. En algún momento estas cámaras aisladas de sonido eran utilizadas para torturar y en algunos casos con demasiada exposición lograban enloquecer a la mente, que irónico que algo que siempre hemos cargado al notarlo de pronto pueda causarnos tanto pavor.

 

Quizá solo sea la conciencia emanando bendiciones.

A veces me doy cuenta que yo misma me susurro, “te estoy escuchando” …

Un apretón de manos a los monstruos.

 

Minerva Ayón 2020

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